¿Solo y sólo o solo y solo? He ahí la cuestión. Hace 12 años, la última edición de la Ortografía de la lengua española (2010) de la Real Academia Española (RAE), eliminó la tilde diacrítica en el adverbio solo (y los pronombres demostrativos), incluso en casos de posible ambigüedad, decisión que desde entonces ha dividido a académicos, escritores, medios de comunicación y lectores. En 2023, la máxima autoridad lingüística vuelve a matizar la cuestión del solo – sólo.
Lo cierto es que la RAE llevaba más de medio siglo intentando borrar esa regla de acentuación, esgrimiendo criterios científicos. Así lo explica en su Ortografía: «La palabra solo, tanto cuando es adverbio y equivale a solamente (Solo llevaba un par de monedas en el bolsillo) como cuando es adjetivo (No me gusta estar solo)», no debe «llevar tilde según las reglas generales de acentuación», al tratarse de una palabra llana terminada en vocal.
Pese a ser «solo» una palabra llana, la anterior regla ortográfica añadía al adverbio la tilde diacrítica para distinguirlo del adjetivo en enunciados en los que se podían dar casos de ambigüedad. Como muestra, este botón: Javier habla solo por la noche. ¿Javier únicamente está disponible para hablar por la noche o bien habla con él mismo cuando es de noche?
La RAE argumentaba la recomendación de no tildar nunca «solo», señalando que el empleo de la tilde, cuando esa palabra es adverbio, no cumple el requisito fundamental del uso de la tilde diacrítica: «oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas» (sí y sí; dé y de; cómo y como, etc.). Solo es siempre tónica, ya sea como adjetivo o adverbio, justificaban los académicos.
Para resolver las posibles ambigüedades, la RAE afirmaba que el propio contexto comunicativo despeja la incógnita interpretativa y que, en los escasos y rebuscados casos de confusión, siempre se puede emplear «sinónimos como solamente o únicamente», cambiar el orden de las palabras o añadir al enunciado algún elemento que evite el doble sentido.